domingo, septiembre 14, 2008

EL PERRO HA OLIDO LA SANGRE Y SE HA EXCITADO


A diferencia de otros tiranos mal o bien intencionados que pulularon este continente (que querían dejar la dictadura y ser elegidos por voto para lavar sus conciencias y legalizar sus cuentas en las Bahamas), Evo Morales quiere dejar de ser Presidente de Bolivia, para convertirse en el tirano con mayor sensibilidad social de toda la historia universal de la infamia.

Quiere ser, o cree ser, ese ente etéreo resucitado de entre los muertos (lo que le hacen creer sus esbirros palaciegos) que se ha hecho carne para ser el redentor de una raza (la suya) y el azote feroz de las otras partes de la bolivianidad un poquito menos desdidachas que él.
Es que el Evo quiere ser el Atila, el martillo de la Pachamaba reventando cabezas que se oponen a su megalomanía afiebrada por el olor a sangre y las intrigas de un entorno palaciego criminal, esa banda de maniacos y violentos formada por García Linera, Quintana, San Miguel y, por supuesto, el angelito de buenos modales, Rada.

El perro de presa ha olido la sangre y se ha exitado tanto que debe tener un lío entre los pantalones, pese a que hay gente que dice que hay partes de su cuerpo que no son tan útiles como su verba incendiaria, convencida de que lo que está haciendo (militarizando un país asqueado por las dictaduras militares) es lo necesario, lo imperioso, el "buen hacer" para reivindicar 500 años de explotación indígena de la que usted ni yo, tenemos pues la culpa.

Este terrible Willca resucitado, inspirado por las almitas que viven en la punta de la cordillera de los Andes, critica el abuso, abusando; habla de la cultura de la vida, matando; habla de la honestidad de su proceso de cambio, mintiendo; pide diálogo y envía militares a masacrar al pueblo pandino. Evo ahora no sabe si es Calígula, o Bolívar, o Chávez, o Evo nomás, un tipo de quién seguro hablarán los libros de historia del futuro, como ya pasó a Hitler (salvando las distancias), con Bush, además de otros dictadorzuelos de este continente, del asiático y del africano.
Lo cierto es que en este Gobierno ya hay más muertos que en el de Goni, hay familias bolivianas llorando por miembros que hicieron el sacrificio mayor y uno se pregunta si en verdad el juicio de responsabilidades en contra de Sánchez de Lozada será suficiente para aliviar el alma de los asesinados en las confrontaciones que desde sus sepulcros claman justicia.

El Presidente en vez de llamar a la calma, pide a sus bases "defender el proceso de cambio" (léase: sacarle la mierda a los oligarcas) porque lo quieren "tumbar"; en vez de buscar la mediación internacional, rechaza la ayuda de Lula, lo enfada, y después como un niño llama a la presidenta de Chile para contarle que los bad boys lo quieren sacar de Palacio nada más porque es indio. Ser indio nunca fue un pecado, ser boludo sí lo es. Así desata más la animadversión internacional contra la "racista" Santa Cruz, tierra que recibió por años la migración del occidente y les dio techo, pan y un futuro para sus hijos que ahora también son cruceños, tarijeños, benianos, chuquisaqueños y Pandinos. En vez de apaciguar a la nación, Evito enfadado hasta los huesos por esos "cuatro locos autonomistas", manda a militares a sentar la autoridad por las fuerza de sus balas (balas que nunca pudieron ni siquiera defender la integridad territorial de Bolivia en el pasado, pero que siempre estuvieron dispuestas a matar civiles en inferioridad de condiciones. Qué modelo de soldados).
En resumen, aquí nada tienen que ver izquierdas ni derechas, aquí el tema es que todo un país está en manos de un hombre a quien la preservación de la vida humana le vale un enorme y gordo gran carajo.

7 comentarios:

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